La comida en el espacio no ha parado de evolucionar desde su primer viaje.
La revolución de este proceso, empezó tras el suceso en el que un astronauta novato,llevó un sándwich de contrabando en un viaje espacial que le condujo a cometer un crimen gastronómico.
En 1965, cuando el joven John Young subió a bordo de la nave espacial Gemini III de la NASA ni mucho menos hubiera imaginado que el bocadillo que acarreaba escondido en su bolsillo, aunque delicioso, podría haber supuesto una amenaza para su propia vida y la de sus compañeros, ya que lo que sucedió fue que las migas se desintegraron en el espacio exterior, por una simple razón: nuestra comida no soporta la gravedad 0. Y lo que sucedió fue prácticamente esto:

Tras este suceso, se introdujeron una serie de cambios en la alimentación de los tripulantes. La comida que ingieren , no debe superar los dos kilos por día (es decir, las 2.500 calorías). Y debe incluir un 15% de proteínas, un 30% de grasas, un 50 % de carbohidratos. El resto debe ser líquido.
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Así comen los astronautas:
El alcohol no está permitido, no sólo por los efectos que produce en los humanos, sino porque, en la década de 1970,cuando la NASA planeaba abastecer a Skylab con raciones de jerez, al probar la bebida en un simulador rápidamente resultó problemático: en la microgravedad, los olores penetran rápidamente, y los vapores del vino pueden ser mordaces, por lo que el alcohol fue prohibido en todos los vuelos.
Los soportes para comer y los electrodomésticos de cocina espaciales han variado con el tiempo. Desde velcros que sujetan para que no se escape el tenedor hasta rehidratadores que funcionan como una especie de microondas.
Cómo llevan la comida al espacio:

Así preparan la comida espacial:
Quizás un día puedan suponer también el futuro de la alimentación en la tierra. No hay que olvidar que estos productos podrían nutrir a toda la población con menos cantidades de alimentos, mejorando consecuentemente el futuro de los sistemas de producción.